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Pilar Galán
Navalmoral de la Mata, 1967
Pilar Galán ha compaginado sus trabajos de lingüística y filología clásica con el cultivo de la narración corta, género en el que ha logrado numerosísimos premios en los años ochenta y noventa, entre los que destacan el San Isidoro de Sevilla (Cáceres, 1991, 1993 y 1980), Certamen Internacional Miguel de Unamuno (Salamanca, 1998), Asociación de la Prensa (Badajoz, 1999), Cuentos de Invierno (Ponferrada, 1999)….

Hasta ahora ha publicado, entre otros, los siguientes relatos: Recuerdo de Navidad (I Certamen de Cuentos Infantiles, 1982), Dédalo (Retazos, 1984, nº 3), Trilogía del desamor (Aguas vivas, 1989, 2ª época, nº 18), Ex intacta virgine (Revista de Extremadura, 1991, nº 6), Vir bonus, dicendi peritus (Revista de la Universidad Popular de Almendralejo, nº 1), Aire que me lleva el aire (Alfar, Arroyo de la Luz, 1995), Tengo de usted una única foto (El baúl de los libros, 1997), Hambre de noche (Tribuna, Salamanca, 1998), Memorias de África (Cinco años de un Certamen literario. Helénides de Salamina, Diputación de Cáceres, 1999), Ojos verdes (Noche de relatos. Cadena N.H., 2000), Hambre de noche (Concurso Internacional de Relatos Miguel de Unamuno, Salamanca, 2000), Sabor de amor (Universitas, 2000).

Las relaciones amorosas abocadas a la frustación, al tedio doméstico, a los rescoldos eróticos, constituye el tema de algunos relatos en los que puede optar por un tratamiento intensamento lírico: así sucede en Hambre de noche (Premio Miguel de Unamuno, 1998), en el que una joven rompe una unión sentimental, marcada por la ausencia y el desinterés, para descubrir en la siguiente la misma monotonía sin horizontes.
En otros casos domina el humor, la caricatura, la inverosimilitud intencionada (Tío, me ligado a la Claudia Chife, Premio Cuentos de Invierno, 1999), que atenúa, pero no oculta el gris patetismo de interiores familiares de los que ha desaparecido hace tiempo cualquier atisbo de dicha. Sabor de amor, el excelente relato ganador del Premio Asociación de la Prensa (Badajoz, 1999), plantea una situación similar (el amor declinando hacia una ruptura anunciada), desarrollada mediante un procedimiento tan tierno como original: los pormenores de esta vida en común son comunicados por medio de los sabores de los alimentos que consumen estos glotones empedernidos («Me tenía encantado. Toda ella sabía a bolitas de anís, a algodón de feria, a manzanas caramelizadas»), pero también esta hermosa relación está abocada a un melancólico final cuando «una mañana, antes de irme al trabajo, mientras estábamos desayunando, me soltó la noticia. Voy a ponerme a régimen, cariño, verás qué ilusión a partir de ahora«.

Hombres y mujeres parecen condenados, en este universo narrativo, a la incomprensión y a la desdicha, hasta el punto de que cuando encontramos relaciones «logradas», estas constituyen, en realidad, una parodia amorosa, como sucede en Diez razones para estar en contra de la Perestroika en donde la enajenada Antonia consigue por fin a su hombre, al que cuida con esmero (un bailarín soviético al que ha llevado a un estado de coma).
Formalmente, estos relatos se caracterizan por la versatilidad de una prosa brillante, tanto en los registros coloquiales (Diez razones…, Juicio final), incluso en el vulgar de un narrador-villano (Tío, me ligado a la Claudia Chife), como en los niveles poéticos (Hambre de noche).

BIBLIOGRAFÍA
El tiempo circular. Mérida, ERE, 2000.
Sabor de amor. Badajoz, Universitas, 2000 (Premio Asociación de la prensa, 1999).
Pretérito imperfecto. Mérida, De la luna libros, 2001.
Ocrán-Sanabu. Mérida, De la luna libros, 2002 .
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