Contenidos
Manuel Pacheco
Olivenza, 1920 Badajoz, 1998
Poeta y prosista. Quien con el tiempo se convertiría en un escritor inconformista, no gozó de una infancia dichosa: huérfano a los siete años, tuvo que ingresar en el hospicio de Badajoz. Como los pícaros de la literatura se ganó la vida ejerciendo los más diversos oficios: monaguillo, cantaor de tangos, fotógrafo, ebanista, albañil, cargador de muelle, marmolista… Así las cosas, no pudo asistir a la escuela, pero su afición por el saber le llevó a forjarse, por propia cuenta, una sólida cultura artística.
Leyó mucho el joven Pacheco, y cultivó la amistad de los intelectuales de la ciudad. En las famosas tertulias de Badajoz, entre ellas las de Esperanza Segura, se dio a conocer como poeta, y trató -allá por los años cincuenta- a los artistas de entonces, entre ellos Jesús Delgado Valhondo y Luis Álvarez Lencero, con los que mantuvo una estrecha vinculación a lo largo de toda su vida. Como los versos de éstos, también los suyos encontraron en las revistas literarias -tanto españolas como extranjeras- el primer soporte: Rocamador, Caracola, Trilce, Pájaro de paja, Doña Endrina, Malvarrosa, Icla, Poesía española, Jugar con fuego o Lírica hispana, de Caracas.
Poco a poco estas aportaciones esporádicas fueron adquiriendo formato de libro, y nuestro poeta se convirtió en uno de los más fértiles que haya dado la lírica extremeña de este siglo. El primero de ellos fue Ausencia de mis manos, en 1949, al que siguieron alrededor de una veintena de poemarios más. Y algunos relatos en prosa como el provocador Diario de Laurentino Agapito Agaputa (1981). De este modo, Pacheco conformó una obra vasta, variada en cuanto a temas y formas, pero también con innegables altibajos de calidad.
Con Ausencia de mis manos Manuel Pacheco entró en la República de las Letras. La crítica universitaria lo consideró entonces como un primer libro con altos y bajos, pero donde se veía cuajar un poeta. Cayó como una bomba en Extremadura, que por entonces se hallaba anclada en un regionalismo trasnochado. Los poetas que se imitaban eran Chamizo y Gabriel y Galán; el libro de Pacheco, por el contrario, ofrecía una estética que se oponía radicalmente a la de éstos, como se aprecia en Nocturno en rojo menor.
Ausencia de mis manos deja sentir el neopopularismo de García Lorca y Alberti, junto a un Pacheco verdadero que a veces sueña con el surrealismo y que se abraza a la música, la pintura y el cine. En la poesía angustiada de estos versos resaltan la flexibilidad musical del verso, el dominio del soneto, la soltura métrica.
A lo largo de su trayectoria, Manuel Pacheco combinará sus permanentes preocupaciones sociales con una inspiración marcadamente surrealista, deseando en todo momento llegar a la inmensa mayoría. Sobre el presupuesto de sus temas y lenguaje, es posible distinguir dos épocas en la obra de Pacheco. El punto de inflexión estaría a la altura del año 1960, cuando su expresión poética pierde talante lúdico y adquiere casi en exclusiva sentido instrumental y profético. En la primera época quedaría el culto a la imagen, la exaltación neo-romántica y simbolista. Así en libros como Ausencia de mis manos, Los caballos del alba.
Presencia mía se divide en dos partes: la primera se ocupa de la presencia del amor y la segunda del hombre. Pacheco se siente solidario con los problemas del hombre de su tiempo. La presencia del amor está compuesta por poemas autobiográficos, donde aparece el flechazo, el desengaño y la ilusión. Por otra parte el hombre de Pacheco vive en pugna con la técnica y la máquina -ferrocarril, reloj, teléfono, aeroplanos-, que quiere aniquilarlo. Y por todo ello defiende la libertad del sueño.
Pacheco se declara partidario del canto al trabajador y olvida la poesía puramente estética. Proclama una canción donde se desarrolle un hombre nuevo que invente geografías para los pueblos.
Crepúsculo otoñal
(Alcazaba de Badajoz)
Muere la tarde entristecida
Sobre los árboles marchitos
Y está el crepúsculo llorando
Con una pena de chiquillo.
Y está llorándome tu vida
Por este otoño que yo piso.
En los nidales del silencio
Me canta un pájaro amarillo.
Las piedras cuentan a la historia
El esqueleto de los siglos.
Mi corazón está en el agua
Con las palmeras del estío.
Tengo en la tarde tus ojeras
Y un libro abierto de suspiros
Y está llorándome tu vida
Por este otoño que yo piso.
En la segunda época se enmarcarían los libros de denuncia, de contenido social: Poesía en la tierra, Para curar el cáncer, que -surtidos de coloquialismos, exabruptos- giran alrededor del hombre caído, al que el poeta quiere devolver la dignidad, sacar de las míseras circunstancias que le envuelven.
Manuel Pacheco. BIBLIOGRAFÍA
- Ausencia de mis manos. Badajoz, imprenta Arqueros,1949 (prólogo de F. Vaca Morales).
- En la tierra del cáncer. Guadalajara, Doña Endrina, 1953.
- El arcángel sonámbulo. Caracas, Lírica Hispana, 1953 (prólogo de Jean Aristeguieta).
- Los caballos del alba. Madrid, Ensayos, 1954.
- Presencia mía. Badajoz, Diputación Provincial, 1955.
- Poemas al hijo. Badajoz, Diputación Provincial, 1960.
- Todavía está todo todavía. Orense, colección Marina, 1960.
- Poemas en forma de… Palencia, colección Rocamador, 1962.
- Poesía na Terra. Lisboa, ed. Bilingüe en Panorama Luso-Hispana, 1967.
- Los insonetos del otro loco. Papeles de Son Armadans, 1969.
- Poesía en la tierra (Antología). Bilbao, Zero-Zyx, 1970.
- Para curar el cáncer no sirven las libélulas. Bilbao, Zero-Zyx, 1972.
- El emblema del sueño. Bilbao, CLA, 1972.
- Antología 1949 1972. Bilbao, Zero, 1972.
- Poesía en la tierra (antología, 1949-1972). Bilbao, Zero, 1975.
- Cantares de ojos abiertos. Madrid, Edasa L.P., 1976.
- Los caminos de azul. Caracas, Árbol de Fuego, 1977 (prólogo de Jean Aristeguieta).
- Nunca se ha vivido como se muere ahora (Antología). Bilbao, Zero, 1977 (prólogo de Camilo José Cela).
- El cine y otros poemas. Badajoz, institución cultural Pedro de Valencia, 1978.
- Azules sonidos de música (Antología). Badajoz, Universitas Editorial, 1982 (prólogo de Manuel Pecellín).
- Poesía (1942-1984). Tres tomos, Mérida, Editora Regional, 1986 (introducción de Joaquín Regodón).
- Poemas de color sepia. Badajoz, Kylix, 1989.
- Poemas para leer la pintura de Vaquero Poblado. Badajoz, B. Gil Santacruz, 1991.
- Las noches del buzo. Cáceres, Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes, 1994 (prólogo de A. Viudas).
- Obra en prosa (1949-1995). Mérida, Editora Regional, 1995 (edición de A. Viudas).
- Poesía completa (1943-1997). tres tomos, Mérida, Editora Regional, 1999 (edición de A. Viudas).
Deja una respuesta